PAX 3, el iPhone de los vaporizadores

¿Para qué demonios sirve un vaporizador? ¿Es un cigarro electrónico? ¿Qué provecho tiene, si es que tiene alguno, en oposición al tabaco clásico? Si no sabes para qué sirve o cómo actúa uno de los productos más nombrados en los años anteriores, estás igual que yo hace dos semanas, cuando me llegó el Pax 3.

Antes de seguir comentando de la vivencia y el desempeño del aparato me interesa aclarar algo evidente pero que conviene recalcar: fumar es nocivo para la salud, todo aquello que inhales e incluya productos tóxicos como la nicotina ataca a tu organismo y puede crear dependencia pasando los años.

El cigarro electrónico y los vapeadores se aprecian como un aparato menos nocivo para la salud del fumador que el tabaco clásico. Algunas de sus propiedades parecen corroborarlo, no obstante, muchas otras secuelas están todavía bajo estudio, primordialmente por la innovación de un producto nuevo y que va a precisar de años para entender el signo real que tiene sobre nuestro cuerpo.

Por lo tanto, yo que nunca había “vapeado”, me surgió una cuestión: ¿es lo mismo un vaporizador que un cigarro electrónico? No, aunque tienen muchas semejanzas.

Cigarro electrónico vs vaporizador 

Vapear es fácil se inhala y exhala vapor de un cigarrillo electrónico o aparato semejante como un vaporizador o vapeador.

El cigarro electrónico básico empezó en 2003 con un farmacéutico chino llamado Hon Lik. Su iniciativa fue hacer un aparato de suministro de nicotina que produjera vapor de humo inhalable y saborizado. De esta forma nacía un producto pensado para aludir el aspecto de fumar cigarrillos.

Los cigarrillos electrónicos proponen una configuración muy sencilla con piezas mínimas. Utilizan una batería recargable combinada con unos cartuchos de líquido desechables (denominado líquido de vapeo, e-Liquid o e-Juice) que vienen diversos sabores y niveles de nicotina (incluso sin nicotina), lo que supone que no se debe llenar un tanque.

Modo de encender el vaporizador

La batería caldea el líquido en un vapor inhalable, semejante a la manera en que se forma el vapor. Normalmente estos cigarros electrónicos se activan presionando el pulsador de encendido en el aparato, o en algunas ocasiones sencillamente al inhalar, instante en que la batería caldea un elemento en el cartomizador.

Este es un ingrediente reducido que tiene dentro una bobina de calentamiento cubierta en un material llamado polyfill, una conjunción del cartucho y el atomizador (el elemento de calefacción en un cigarrillo electrónico que transforma el líquido en vapor). La envoltura del polyfill absorbe el líquido de los cartuchos, y después se caldea hasta que se transforma en vapor para la inhalación.

Una luz LED en el lateral de la batería se ilumina cuando el usuario inhala, algo muy parecido a la punta encendida de un cigarrillo. El cartucho contiene en el cartomizador el líquido y suele ser desechable una vez vacío. Todo lo mencionado tiene lugar en unos pocos segundos.

Por su lado, los vapeadores o vaporizadores usan un módulo recargable mezclado a veces con los líquidos reemplazables. Generalmente, tienden a ser un poco más mayúsculos que un cigarro electrónico, aunque además suele contar con una batería de larga duración.

El vaporizador se compone de una batería grande en un lateral, un tanque de depósito transparente en el medio y una boquilla. Al apretar un pulsador el usuario activa el elemento de calentamiento que vaporiza y libera vapor.

Un vaporizador actúa básicamente del mismo modo que un cigarro electrónico. La batería recargable caldea a un elemento diminuto, vaporizando al mismo tiempo la hierba en el aparato. No obstante, diferente es el caso de los cigarros electrónicos, la mayor parte de los vaporizadores utilizan un tanque para retener el líquido en vez de un cartucho. Mientras el tanque se agota, o si quieres cambiar sabores, sencillamente añades hierbas al tanque.

 Pax 3, un vaporizador premium de hojas sueltas  

La referencia al iPhone de Apple en el titular no es baladí. El paquete que hemos probado, el kit entero, tiene un diseño, embalaje y precio (249 euros), que en nada debe envidiar a los de Cupertino, además de integrar una serie de nuevas características que lo hacen muy distinto al resto de vapeadores en el mercado.

La empresa, con origen en Sillicon Valley, aclara que este vaporizador de hojas sueltas está diseñado “específi

camente para hierbas secas y concentrados”. ¿Esto qué significa? En esencia, que el Pax 3 tiene un extenso trayecto más allá de vapear tabaco, entre otras cosas, con hierbas de esencias y sabores que puedes hallar en teterías, y muchísimo más.

Kit completo vaporizador

El kit entero que teníamos contiene, aparte del vaporizador, un kit de cuidado y limpieza, una batería de 3.500 miliamperio-hora, un cargador USB, una parte para insertar concentrado, dos tipos de boquilla (una corta y otra más larga), una parte para prensar la hierba, dos tapas de cierra de la carga de hierba (una facilita más carga que otra) y un estuche para proteger el aparato.

Pasos  

Lo primero fundamentalmente es, por un lado, cargar el vapeador, y por el otro seleccionar la hierba que vas a vapear. En esencia, adquirirla. Para cargarlo es tan simple como conectar el cable USB a una fuente (en mi caso el ordenador), ubicar el Pax 3 boca arriba y conectarlo sobre la base de carga magnética.

Todo muy simple y a la vez raro. Para alguien que fue fumador, el hecho de conectar un aparato al PC, y después usarlo en forma de cigarrillo es una sensación muy extraña. Una vez conectado, el logo se ilumina mientras parpadea. La carga está completa precisamente a los 90 minutos, cuando las cuatro rayas del logo están encendidas.

En estas dos semanas he probado dos tipos de hierba, de esencias y sabores, y tabaco de liar. Lo he utilizado esporádicamente, de entre tres o cuatro ocasiones al día, o sea, como el que sale cuatro ocasiones al exterior a fumarse un cigarro. En todo este tiempo solo lo he tenido que cargar dos ocasiones, por lo que puede apreciarse el buen uso de la batería de 3500 miliamperio-hora. Y sucede que aquí está uno de sus puntos fuertes, aunque como todo, dependerá del uso promedio de cada individuo.

Funciones

Primero, una vez cargado, debemos abrir la tapa de carga que está en el área inferior del vaporizador. En relación de la tapa (tenemos dos en

el kit) se podrá añadir más, hasta unos 0,3 gramos, o menos, hasta unos 0,15 gramos, después se prensa con un instrumento a mano que tenga el volumen de la unidad y se cierre.

El aparato puede encenderse y apagarse con un solo clic en la parte de arriba de la boquilla. En ese instante el logo parpadea en blanco en tanto que la temperatura interna se pone en marcha para alcanzar los grados de vapor que hemos elegido (o el que viene por defecto). Éste sería otro punto fuerte de Pax 3: la personalización de la temperatura de vapeo.

Conexión vapeador-móvil

Para eso, en tanto que la temperatura se regula al encenderlo, mantenemos el pulsador presionado a lo largo de dos segundos y entramos al ajuste, en esencia, 4 tipos de temperatura que con un sencillo clic van pasando de menos a más grados (de una a 4 de las hojas del logo iluminadas de color púrpura).

Para los más profesionales, Pax tiene una aplicación en iOS y Android. La aplicación se conecta al vapeador por bluetooth logrando regular los grados centígrados con más exactitud. ¿Cómo? El instrumento te pide que emparejes tu aparato agitando el vaporizador (sí, tiene un sensor de movimiento).

Además de ajustar las temperaturas preestablecidas, el usuario puede seleccionar diferentes perfiles de calentados desde la aplicación:

  • Estándar: el que viene ya establecido. Incrementa las temperaturas a lo largo de la utilización y se enfría en el momento que está desactivado.
  • Sabor: usa temperaturas más altas y se caldea más ligeramente.
  • Boost: se caldea de manera violenta y se enfría lentamente (recomendado para fumadores “pesados”, aunque perjudica a la batería, lo usé muy poco).
  • Eficiencia: usa enfriamiento automático y calentamiento gradual. En esta ocasión explota totalmente la vivencia de vapeo y la duración de la batería. El que más utilicé.
  • Sigilo: hablamos de enfriar de forma automática para enmascarar los olores y atenuar las hojas del logo LED para no alarmar.

Finalmente, la aplicación se puede usar para ajustar todos los puntos del Pax 3. Puedes cambiar la proporción de reabastecimiento háptica, ajustar el color y la luz de las hojas LED, o inclusive bloquearlo, todo desde el teléfono.

El aparato se caldea en unos 15-20 segundos tras encenderlo y avisa al usuario con una vibración en el momento que está listo (junto al cambio a verde de los LEDs del logo). Debido al sensor de movimiento, cuando lo levantas para vapear sigue ardiente, por el lado opuesto, se enfría y se pone en modo reposo cuando no está en uso. Agitándolo otra vez se caldea otra vez.

Vapeando 

El fumador de tabaco se va a hallar con un producto que aporta impresiones de inhalar humo… sin llevarlo a cabo. Esta contradicción es virtud, pero además sospecho que puede ser un inconveniente según qué tipo de fumador. La primera calada con una hierba de gusto es parecida a la de “fumar” en shisha, las pipas de agua de toda la vida.

No obstante, con el tabaco cambia. El humo que les encanta a los fumadores se siente en una dosis diminuta hasta cuando va subiendo totalmente el calentador, además más despacio, desde luego, y expulsando un vapor que en a veces solamente se puede ver cuando se expulsa. Mencionado lo anterior, el gusto de las hierbas en el Pax 3 es destacable, tranquilo e interesante, aunque no tengo con qué compararlas puesto que es mi primera vivencia con un aparato como este.

Almacenamiento vaporizador

Con cada sesión (como salir a fumar un cigarro) el Pax 3 debe limpiarse, quitar las hojas quemadas y volver a incluir una carga/hierba. Un desarrollo que me llevó unos 2 minutos.

La verdad es que en estas dos semanas de prueba el vaporizador me ha resultado interesante y atrayente, más que nada en lo que tiene relación a la tecnología que usa, más cerca de un móvil IPhone o un Galaxy que de un cigarro.

No obstante, no tengo muy claro si un fumador serio podría cambiarse a un vaporizador para no fumar más. En lo personal me encantaría que ofreciera más vapor. La mayor parte de la salida del humo por la boquilla se aprecia muy rápido en lugar de hacer esa inmensa nube de vapor que uno espera al inhalar (humo).

Además, hallé que la base del aparato se calentaba muy al poco tiempo de prenderse. De nuevo, no puedo equiparlo con otro sistema semejante, y desde luego no te quema la mano, pero sí hace lo bastante como para apreciarse.

Todo ello da lugar a que la clave del éxito que está teniendo el aparato en EE. UU (y con vistas más adelante fuera de allí) se encuentre en el exclusivo elemento que no he probado: la aptitud de insertar concentrado. Porque Pax 3 se convirtió en uno de los vaporizadores premium más populares en EE. UU debido al cannabis.

Estos concentrados de cannabis se elaboran por medio de la extracción de los compuestos primordiales del material vegetal de la planta (como cannabinoides o los terpenos), todo ello en un solo producto concentrado. Y aquí entran dos públicos bien diferenciados: de consumo lucrativo, evidente, y de empleo curativo.

En este segundo caso tanto Pax como otros vaporizadores tienen la posibilidad de hallar un filón en el CBD (Cannabidiol). Hablamos de uno de los cannabinoides primarios que se muestran en la planta de la hierba. El otro, y probablemente el más popular, es el THC, o tetrahidrocannabinol. Esta es la sustancia que te “coloca”. CBD, en cambio, no lo realiza.

Cannabis vaporizador

La iniciativa de fondo es que los usuarios logren favorecerse de los datos médicos de la marihuana (como la tranquilidad, el alivio del mal o el manejo de las náuseas), sin tener un choque negativo en las habilidades cognitiva.

Aunque la empresa nunca se ha promocionado de forma pública junto el cannabis, una visita a alguna página dedicada en EE. UU, donde cada vez más estados la han legalizado, nos ofrece un concepto del escándalo de Pax y otros productos semejantes.

En vez de atraer a personas que buscan “colocarse”, hablamos de un ámbito con un público propósito que busca salud y bienestar: una industria en la actualidad con un valor de 170 mil millones de dólares solo en EE. UU en 2018. Mejor dicho, un mercado por explotar con mucho dinero que repartir.

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